Psicológicas


Miedos Infantiles


Los niños experimentan numerosos miedos. La mayoría son pasajeros otros permanecen durante largos períodos.

El miedo a los fenómenos meteorológicos, a la oscuridad, a la separación familiar, a la gente extraña, a los robos, al colegio surgirán y desapareceran según sus estadios evolutivos o dependerán de factores externos .

El miedo es una valiosísima señal que nos indica cuando hay una desproporción entre la amenaza a la que nos enfrentamos y los recursos con los que contamos para resolverla, convirtiéndose en una sensación de angustia provocada por algo nuevo.

Los niños experimentan cosas nuevas a diario y en gran cantidad y el sentir esos miedos les ayudarán a enfrentarse de forma adecuada a situaciones difíciles. De esta forma en la infancia, los miedos protegen a los niños de posibles daños por eso es normal que los niños presenten miedos específicos según su edad. A continuación le detallamos una tabla de situaciones que les provocan miedo según su edad.


EdadSituación de miedo
hasta 1 añoRuidos, pérdida de soporte, extraños, ausencia de los padres, objetos que aparecen de repente
1 añoExtraños, pérdida de los padres
2 añosRuidos fuerte, animales, separación.
3 añosMáscaras, disfraces, muñecos, oscuridad, animales, separación .
4 añosRuidos, oscuridad, tormentas, animales, separación.
5 añosLesiones corporales, ruidos, oscuridad, animales, separación , fenómenos metereológicos
6 añosOscuridad, fantasmas, monstros, lastimaduras propias y agenas, ruidos, separación.
7-8 añosSoledad, fantasmas y montros, oscuridad, lastimaduras, hacer el ridículo
9-12 añosExámenes. lastimaduras, aspecto físico, muerte, oscuridad, fenómenos metereológicos

Miedo a la separación

Se refiere al miedo que sufren los niños cuando son separados o alejados de sus padres o personas ligadas a él de forma afectiva.y es uno de los temores mas arraigado en las personas por su valor de supervivencia, ya que la soledad convierte a los niños en presas fáciles, con alto riego de perecer o sufrir algún percance. Las situaciones ligadas a este temor son la escolarización, el trabajo de los padres, hospitalización por alguna enfermedad, la separación de los padres o muerte de alguno de ellos.
La actitud de los padres es fundamental para la evolución de este miedo ya que aquellos que muestran ansiedad ante la separación de sus hijos acaban por contagiarles.
Los factores que influirán en el incremento de este tipo de ansiedad dependerá de la edad del niño, cuanta menos edad mayor ansiedad; la calidad del vínculo entre la madre y el niño; la naturaleza de la situación; como fueron las experiencias previas de separación.
Sobre los 6 meses comienza la ansiedad por separación manifestada por los bebés con llantos y gritos cuando los padres se alejan, con objeto de llamar su atención. En esta etapa, estas reacciones suelen ser menos específicas y diferenciadas a las figuras paternas produciéndose reacciones similares ante otras personas cuando se siente abandonado y solo. Cuando llegan a los dos años de edad el hecho de poder andar les permite expresar mejor su temor corriendo al lado de su madre en cuanto ésta se aleja. En este momento, el desarrollo cognitivo es mayor, permitiéndole ser su comportamiento más especifico y diferenciado estableciendo una relación estable con las figuras que lo cuidan y protegen.
El tipo de crianza determinará el inicio y duración de este tipo de ansiedad. En culturas en las que la relación madre-hijo es estrecha se manifestará antes y desaparecerá más tarde que en culturas con otras pautas de crianza.


Miedo a los extraños


Este tipo de miedo es innato y su aparición y desvanecimiento está entre el primer y segundo año de edad. La respuesta de miedo dependerá de la situación y sobre todo de la conducta del extraño. Los niños se asustan cuando se les presenta un objeto al que no están acostumbrados como un rostro desconocido. Suelen reaccionar con la interrupción de la sonrisa, desviando la mirada y rompiendo a llorar.
Es el estimulo más temido de los niños entre los seis meses y dos años.
Las probabilidades de tener una reacción de miedo ante un extraño es alta si la situación es desconocida, los padres están ausentes, el extraño se aproxima rápidamente y hay contacto físico con el niño. Y por el contrario, la probabilidad es baja si la situación es conocida, los padres están presentes, es el niño el que inicia la aproximación de forma lenta y no hay contacto físico.
Las características físicas del desconocido también influyen. Las mujeres suelen causar menor temor que los varones y los niños menos que los adultos.
La experiencia previa con desconocidos juega un papel importante, manifestando una respuesta de temor menor aquellos niños que han estado expuestos a diferentes individuos.
Una posible explicación al miedo a los extraños presentado por los niños puede ser debido al vestigio evolutivo que refleje el infanticidio y los abusos a menores practicados ampliamente por personas extrañas durante la evolución de los homínidos y sus predecesores. Esta selección evolutiva se explica por el abuso y la frecuencia de infanticidio entre los mamíferos.

Miedo al daño físico

Las respuestas de miedo ante las enfermedades y los daños físico representan una amenaza real a la seguridad y supervivencia del niño.
El miedo a las heridas y a la sangre la presentan casi todos los niños. Puede darse casos de hematofobia, es decir la reacción de miedo ante la visión de sangre acompañándose de mareos y desmayo. Suele haber antecedentes familiares con el mismo trastorno.
Los miedos a la hospitalización, al dentista, a las inyecciones es un problema muy extendido y la actitud de los padres es decisiva así como la experiencia anterior de los niños. Los padres deben transmitirles tranquilidad y seguridad por más dificil que sea la situación que se presente. Una actitud de inseguridad en los padres se refleja en la conducta de los niños y provoca que la situación sea mas complicada.

Miedo a la oscuridad

El miedo a la oscuridad suele aparecer a los dos años y desaparece alrededor de los nueve. Uno de cada tres niños suele padecerlo.
Se pone en funcionamiento por la noche cuando llega la hora de acostarse. El temor a la oscuridad se asocia con diferentes tipos de miedos, como seres malvados imaginarios, monstruos, ladrones, soledad, separación, etc.
Las pesadillas y los terrores nocturnos suelen aparecer como trastornos de sueño asociados a este temor. No son lo mismo, por lo que conviene definirlos para distinguirlos.
Las pesadillas son sueños terroríficos prolongados cuyo contenido tiene que ver con amenazas a la propia seguridad o supervivencia. Suelen aparecer entre los tres y seis años de edad. Cuando se despiertan se despabilan pronto y recuerdan vívidamente lo soñado.
Los terrores nocturnos son despertares bruscos, acompañados de llantos y gritos, sin que el niño reaccione ante los esfuerzos de sus padres para despabilarlo. La confusión y la desorientación perduran durante varios minutos después de despertar. Suelen aparecer entre los cuatro y los doce años de edad.

Miedos escolares

La escuela es el lugar donde los niños pasan la mayor parte de su tiempo, teniendo todo tipo de experiencias, positivas y negativas. Estas últimas son las que se refieren a los temores escolares. El rechazo al colegio es uno de los miedos más incapacitantes pero que afecta a una minoría de niños. Normalmente suele empezar de forma progresiva independientemente del nivel educativo en que se encuentren, existen distintos tipos de miedos escolares, al fracaso escolar y al castigo, al malestar físico, social y a la ansiedad anticipatoria.

Se ha comprobado que los miedos escolares aumentan con la edad, al contrario de lo que sucede con los miedos infantiles.
Los miedos escolares más frecuentes por orden de intensidad son repetir el grado, ser enviado al director o jefe de estudios,a ser sorprendido copiando en un examen, aviso a los padres por personal del colegio, suspender un examen y a cambiar de colegio.

Los niños con fobia escolar se niegan a asistir al colegio, lloran, gritan y patalean al llegar a la escuela, se quejan de dolores y enfermedades cuando se acerca el momento de ir a la escuela, desapareciendo los síntomas si se le permite quedarse en casa, manifiestan síntomas fisiológicos como rigidez muscular, sudoración excesiva en la palma de las manos, dolor de cabeza y estomago, nauseas, vómitos, diarrea; anticipan consecuencias desfavorables, evalúan negativamente sus capacidades, planean escaparse del colegio, al comienzo de la escolarización, los niños suelen evitar el contacto con el profesor, lloran y se agarran a su madre para que no se vaya, pero cuando pasan unos minutos la mayoría se introducen en actividades de juego.
Entre los posibles factores que pueden desencadenar la fobia escolar se encuentran :

Cambio de colegio
Muerte, enfermedad o marcha de los padres
Haber sufrido una enfermedad prolongada
Miedo a hacer el ridículo
Miedo al profesor
Miedo al fracaso escolar

Tratamiento:

Lo primero que deben hacer ante situaciones similares a las anteriormente descriptas, es consultar al pediatra de su hijo para evaluar la gravedad de la situación y decidir si requiere del apoyo de un terapeuta, de ser así hay diferentes técnicas que lo podrán ayudar como desensibilización sistemática, relajación progresiva, imágenes emotivas, técnicas de modelado, escenificaciones emotivas o estrategias cognitivas realizadas por un especialista.

Y tengan en cuenta que es aconsejable:

No demostrar y manifestar los miedos delante de los niños ya que el miedo puede transmitirse de padres a hijos mediante el aprendizaje por observación. Unos padres miedosos además pueden interferir en la desaparición del miedo de los hijos impidiendo que estos exploren su entorno. La falta de experiencia influirá de forma decisiva en la consolidación de los miedos y su posterior transformación en las temibles fobias.
Seleccionar las lecturas infantiles adecuadas.
Contar cuentos agradables, exentos de terror y acontecimientos truculentos.
Fomentar la autonomía e independencia.
Seleccionar las películas a visionar, evitando las de terror y violencia.
Realizar cambios graduales en el entorno para acostumbrarlo a situaciones novedosas.
Reforzar los comportamientos valerosos.
Evitar la sobreprotección porque fomenta la dependencia.
Enseñar habilidades en relajación y autocontrol.
Y sobre todo, saber escuchar y dedicarles tiempo suficiente a nuestros pequeños.


 

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